Académicos de UNICEPES reflexionaron sobre el futuro de la educación en Iberoamérica

Como parte de las actividades del Congreso Iberoamericano sobre Investigación Educativa del Siglo XXI: retos y desafíos desde la pandemia, académicos de UNICEPES reflexionaron sobre el futuro de la educación en Iberoamérica tras la pandemia.

Este tercer panel contó con la participación del Dr. Francisco Javier Ibarra Serrano, el Dr. Eric Eduardo Sánchez Chávez y el Mtro. Miguel López Miranda, y fue moderado por el Dr. Víctor Leopoldo Guerrero Manzo.

Durante su primera participación, Ibarra Serrano señaló que en Iberoamérica la pandemia supuso un grave retroceso en diversos aspectos. Además, de que todos los cambios obligan a pensar los ambientes globales de aprendizaje. Aunque también apuntó “La pandemia nos dio la necesidad de autoaprendizaje, de no estar dependiendo completamente del maestro.”

“Nos tenemos que cuestionar esté presente que ya existía antes de la pandemia, pues es el de la simulación, yo simulo que soy maestro y espero el cheque de quincena, simuló que soy alumno para obtener un documento, simuló que estamos aprendiendo y que estoy enseñando, la verdad es que si analizamos qué sucede en el aula, en una clase no encontramos realmente aprendizaje y conocimiento.”

De esta manera presentó una crítica sobre las diversas problemáticas de México como la corrupción y la impunidad, que afectan también lo que ocurre en el sistema educativo.

A su vez planteó que el reto actual es “educar pensando en los demás, en el bienestar común, en la creatividad de todos los seres humanos, que somos creadores, se trata de educar en la justicia social, de no cerrar la puerta a la realidad, sino traerla al aula, a la escuela y analizarla como parte del aprendizaje del conocimiento, se trata de educar en la libertad, o no es educación, se trata de educar a la esperanza se trata de que los maestros seamos verdaderamente formadores, no trabajadores de la educación ni élite de la educación”.

Por su parte, Sánchez Chávez señaló que la pandemia nos hizo ver lo mal que estábamos. Nos dimos cuenta que somos muy dependientes de muchas cosas que rechazamos, agregó. Un ejemplo de ello es el campo e industrias alimentarias que nos permitieron seguir la vida.

Hemos perdido esa capacidad reflexiva, esa capacidad política de transformar, algo que se acentuó o se volvió notorio durante la pandemia. La educación, mencionó, debería contribuir a hacernos más reflexivos, solidarios.

“En la educación es importante conocer el entorno de los estudiantes… tener una habilidad de lectura de la vida para mejorarla. Vivimos en comunidad, no somos seres aislados.”

La pandemia no ha abonado a traer cosas buenas. Uno como educador debe cuestionar sobre qué se está haciendo bien o mal, y en qué estamos contribuyendo, indicó el también profesor de la Universidad de Calabria, Italia.

En su turno, López Miranda, de forma remota, enfatizó que la educación es una inversión y motor de la movilidad social. Solo podemos entender que las diferencias se pueden reducir a través de la educación.

También, indicó que antes de la pandemia, en materia educativa no se podía echar campanas al vuelo. El panorama de la educación superior en Iberoamérica para 2019 era limitado, pues a pesar de los avances también existían rezagos como la cobertura. No tenemos una circunstancia que nos hiciera sentir orgullosos.

La pandemia marcó problemas que no habíamos podido resolver como la inequidad en el acceso a la educación. Más del 98 por ciento de la comunidad de educación superior en Iberoamérica tuvo algún afecto.

“La migración a clases virtuales puso en dificultades a las instituciones de educación. No estaba preparada la universidad, no estaban preparados los alumnos ni los docentes.”, concluyó.



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